domingo, 27 de junio de 2010

Maravillas de la alimentación

No sé muy bien por donde comenzar esta entrada, y es que hoy quiero hablar de algo que para cualquiera es totalmente normal, pero que para mí entraña toda una compleja praxis (?!) que no me suele apetecer afrontar, y es comer.

No estoy hablando de comer así que yo le llamo comer, pero en realidad es beber y no voy a hablar de eso. No. Estoy hablando del comer, ñam ñam, osea, como todo el mundo. Siempre se dice eso de que los vampiros no podemos comer y todo eso, pero la verdad es que aún estoy por ver una película/libro/loquesea que explique el por qué, y es que es más sencillo de lo que parece, más sencillo, más asqueroso y menos glamouroso, sobre todo poco glamouroso.

El principal problema que tenemos (bueno, voy a hablar por mí, el resto no se cómo lo verán pero bueno), que tengo, es que estando muerto, no hay funciones vitales, así de claro. Sé que parece irónico porque oh sí, estás muerto, pero aquí estás tecleando tranquilamente, sí bueno, vamos a dejar eso a un lado y a centrarnos en otras cosas. El caso es que, explicado así por encima, mi corazón no late, mis pulmones no respiran (?), mis riñones no purifican, mi estómago no digiere y mis intestinos no cagan (qué fino ha quedado esto, ale).

Para mí comer es como arrojar comida dentro de una bolsa y dejarla ahí, es decir: en un par de días aquello empezará a oler que da gusto, por no hablar de la desagradable sensación de tener alimentos fermentando en tu estómago. Así que, con toda la paz, me follo en ciclo digestivo y la comida se queda dentro de mí atascada. No, nunca he probado a comer tanto como para que no me quepa más y la comida me suba por la tráquea, si os lo estáis preguntando.

El caso es que, con este maravilloso aparato digestivo, mi única alternativa es vomitar, lo cual no es agradable ni recomendable. Como bien he dicho mi estómago no es que funcione, así que cual entra, sale, y no es precisamente fácil ni exento de dolorzuelo poco simpático en la garganta, así que normalmente, decido aguantarme. Al principio me costaba porque joder, hay cosas que echo de menos muchísimo (en serio, no sabéis la suerte que tenéis los que os podéis poner morados a comer tan tranquilamente) pero comerlas mientras sabes que un par de horas harán el caminito inverso no es nada agradable. Es como si te estuvieras comiendo tu propia mierda (....eh, no, bueno, algo así quería decir) pero un poco menos hardcore.

Aun así, hay veces que pienso que merece la pena, y que por mucho que luego tenga que echarlo por la boca y empezar a sentirme como una bulímica o algo así (?), todo dolor es poco por un plato de patatas fritas.

2 comentarios:

  1. Me encanta, joder.

    Y tíiiiiiiiiio, me has recordado a un amigo de amigo que me vio un día cuando llevaba el pelo rojo y me dijo que mi pelo era Satanás, que me lo quería quemar! ¿? Iba pedo el chaval, pero bien esa sabido que los niños y los borrachos no mienten...

    ResponderEliminar
  2. No sé si eso de que te encante está bien...pero...¿gracias?

    Y mhhh a lo mejor tu amigo tenía verdaderamente razón...yo por si acaso, me alejaría de ellos. Especialmente de ellas.

    ResponderEliminar